A partir del Sábado Santo, las últimas semanas han estado marcadas por un número muy grande de celebraciones sacramentales aquí en San Eduardo el Confesor y San Felipe de Jesús. Dieciséis personas recibieron los tres Sacramentos de Iniciación: Bautismo, Confirmación y Primera Comunión. Noventa y dos jóvenes fueron confirmados por el obispo Freyer. Hasta ahora más de cien jóvenes han recibido la Primera Comunión (y habrá más); por supuesto, eso fue precedido por su Primera Reconciliación a principios de este año. Y todo esto se suma a los Bautismos habituales, las Confesiones y Misas semanales, un múltiple de bodas y Unción de los Enfermos. Este es el primer significado de la palabra “celebrar” en nuestra visión parroquial de “Celebrar, Servir y Evangelizar”. Celebramos los sacramentos.
Toda esta actividad sacramental me recuerda que los sacramentos son el corazón y el alma de la vida católica. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. (n. 1210) Los sacramentos son una de las cosas que nos separan de la mayoría de las denominaciones cristianas.
Los sacramentos son los canales de la gracia de Dios en nuestras vidas, no podemos vivir sin ellos. Espero que sepamos valorar estos encuentros con Nuestro Señor Resucitado, encuentros que sean tan reales y redentores como con el Señor de los que nos hablan los Evangelios. La misa semanal es un tesoro entre estas celebraciones, y ojalá sea una prioridad en nuestras vidas. ¡Que siempre celebremos el Misterio Pascual con devoción, gratitud y alegría!
Con Agradecimiento,