Este lunes nuestro país celebra el aniversario cuando nuestros padres fundadores firmaron la Declaración de Independencia. La última parte de ese documento, justo antes de las firmas de los padres fundadores, contiene una frase importante: “con firme confianza en la protección de la Divina Providencia”.
“Con firme confianza en la protección de la Divina Providencia”: Alguien podría decir: “Eso no suena como una declaración de independencia; suena como una declaración de dependencia.” Y ellos estarían en lo correcto. Nuestros padres fundadores declararon su independencia de un poder opresor, pero también declararon su dependencia de Dios.
Esto nos enseña un principio importante que casi nunca se menciona: la libertad y la independencia no son lo mismo. La libertad exige la dependencia del único que puede hacernos libres. Esto es cierto política y socialmente; también es cierto (y especialmente importante) moralmente. La única forma en que podemos estar libres del pecado (la fuerza más opresiva y tiránica que existe) es dependiendo completamente de quien nos libera del pecado; ese es, por supuesto, Nuestro Señor.
Que el Señor bendiga a nuestra nación en este fin de semana y que siempre mostremos nuestra “firme confianza en la protección de la Divina Providencia”.
Con Agradecimiento,
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