Este fin de semana celebramos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, también lo conocemos como “Corpus Christi”. La Eucaristía es nuestro mayor Tesoro y está en el centro de nuestra vida como católicos. Jesús nos dice claramente: “En verdad les digo que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tiene vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”. (Juan 6:53-54) Creemos que cuando Jesús dijo: “Este es mi cuerpo…Esta es mi sangre” durante la Última Cena, quiso decir lo que dijo. Y dio a sus Apóstoles y sus sucesores el poder de “hacer esto”, es decir, de seguir transformando el pan y el vino en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
A la transformación del pan y del vino en la presencia viva de Cristo la llamamos transubstanciación. El pan y el vino conservan su apariencia externa en todos los aspectos, pero la realidad - la sustancia - cambia. Después de la Consagración de la Misa, ya no son pan ni vino. Son la presencia viva de Jesucristo. Sin duda, esto va más allá de nuestro entendimiento, aunque sabemos que con Dios todo es posible.
En los Estados Unidos estamos comenzando un Avivamiento Eucarístico Nacional de tres años: un "avivamiento de devoción para creer en la presencia real de Jesús en la Eucaristía". Nuestros obispos afirman que “el Renacimiento Eucarístico Nacional pretende ser un movimiento que renueve a la Iglesia encendiendo una relación viva con Jesucristo en la Eucaristía”. Durante estos tres años, hagamos lo posible para aumentar la fe y la devoción en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, que los obispos están animando. Para obtener más información, visite https://rcbo.org/revival/ y siga los enlaces. ¡Este es un movimiento en el que todos podemos participar! ¡Reconozcamos siempre la Eucaristía como fuente y cumbre de la vida cristiana!
Con Agradecimiento,
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